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domingo, 24 de marzo de 2013

Familia Azurdui

Mi familia y yo amanecimos temprano, no podíamos dormir al estar escuchando los gritos de la gente en esas cabañas. De repente, un soldado abrió la puerta de golpe y empezó a gritar, nos ordenaba que nos levantásemos y rápidamente nos pusiéramos los uniformes que nos estaba entregando. Eran unos trajes sucios a rayas, pero todos nos los teníamos que poner.
Ya estábamos todos listos cuando entraron dos soldados más y poniéndonos en fila nos sacaron de allí. Yo tenía miedo, tan solo tengo doce años y me siento ridícula con estas vestimentas. Todos en fila llegamos a unos campos y los nazis nos ordenaron ponernos a trabajar en las tierras, sin rechistar todos nos pusimos manos a la obra. Llevábamos horas trabajando cuando un niño que debía tener tan solo ocho años calló al suelo, todos corrimos en su ayuda pero los nazis comenzaron a golpearnos, cogieron al niño y se lo llevaron, no hemos vuelto a saber nada de él. 
Es la hora de comer y me muero de hambre, los nazis casi no nos dejan ni pestañear por que si paramos nos golpean con esos palos. Al rato nos pusieron otra vez en filas y nos llevaron al otro lado del campo; nos dieron de comer una especie de pasta que no me gustaba nada, pero tenía tanta hambre que no tarde en ponerme  a comer todo lo que me pusieron en el plato. 
Ya casi es de noche, hemos estado toda la tarde trabajando en ese absurdo campo. Ahora estoy en mi cabaña, compartiendo cama con otros cuatro niños tan asustados como yo. Yo no me puedo dormir, no dejo de escuchar llantos de niños que han perdido a sus padres; llevamos muchos días sin ducharnos, solo podemos ir al baño aun que no tenemos mucha intimidad ya que tenemos un único baño por cada cien personas.
Hoy amanecimos antes, entraron los nazis y de nuevo nos ordenaron en filas, no dejaban de hablarnos de que esa tarde nos iban a llevar a unas duchas para que pudiéramos asearnos antes de la llegada de un tal Hitler que debe ser su jefe. A la hora de comer nos alimentaron mejor que nunca, a mi me parecía que algo iva a salir mal. Conseguí escaparme de la fila cuando mandaron a todos a las duchas, ya son las tres de la madrugada y no han vuelto, echo de menos a mi familia, me encuentro sola en un rincón de esta horrible cabaña esperando a que mañana, lleguen otras cien personas creyendo que todo va a salir bien y que luego acaben como mi familia. 
Hace tres días que conseguí escapar de ese horrible lugar, me encuentro sola en medio del bosque preparada por si vienen a buscarme, echo de menos a mi familia, ya no tengo a nadie con quien hablar y solo me queda escribir en este diario que espero que alguien lea en un futuro y entienda por lo que pasamos mi familia y yo.                 Dorotea Azurdui

Fdo: María Marcos Araguas 

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